Fernando Tatis Jr. se ha convertido en una de las figuras más electrizantes del béisbol contemporáneo, capaz de alterar el curso de un partido con un swing o una jugada defensiva. Desde su debut en 2019, el dominicano ha demostrado que su techo es de superestrella, ya sea patrullando el right field o defendiendo el campocorto. Pero los números cuentan una historia clara: su impacto total se dispara cuando ocupa su posición natural.
Entre 2019 y 2021, como shortstop, Tatis bateó para .298, con un porcentaje de embasado de .372 y un slugging de .600. Su wRC+ de 155 y un acumulado de 13.1 fWAR en ese lapso lo colocaron en la élite absoluta de la liga, combinando producción ofensiva de MVP con una defensa que cambiaba el guion de cada juego. En el centro del infield, su rango, brazo y capacidad de lectura lo convertían en una amenaza doble: capaz de quitar carreras y producirlas con igual facilidad.
El cambio al outfield, pensado para proteger su salud tras una serie de lesiones, ha cumplido su objetivo de reducir riesgos, pero también ha recortado su impacto. Como jardinero derecho, su promedio cayó a .266, con un OBP de .345, slugging de .463, wRC+ de 126 y un fWAR de 11.8. Son cifras que seguirían siendo estelares para la mayoría de los jugadores, pero para Tatis representan una versión menos dominante de sí mismo.
El shortstop no es solo una posición: es el eje defensivo de cualquier equipo. Tatis tiene la velocidad para cubrir terreno imposible, el brazo para ejecutar tiros milimétricos y la inteligencia para anticipar jugadas antes de que ocurran. Desde allí, no solo contribuye con outs espectaculares, sino que dirige la defensa y eleva el rendimiento colectivo del infield.
La decisión de devolverlo a su puesto natural no es solo técnica, sino estratégica. Significaría asumir un riesgo físico, pero también liberar el potencial de un jugador que puede definir temporadas. Si los Padres apuestan por ese cambio, no solo podrían recuperar al Tatis más explosivo, sino acercarse a la versión del equipo que en algún momento soñó con pelear campeonatos año tras año.
En San Diego, la pregunta es simple pero cargada de consecuencias: ¿vale más la protección o la grandeza? La respuesta podría decidir no solo el futuro de Tatis Jr., sino también el de toda la franquicia.