Los New York Mets están en aprietos. A medida que la temporada entra en su fase más crítica, el equipo sufre el desplome ofensivo de su máxima figura: Juan Soto. El estelar jardinero dominicano, quien firmó el contrato más lucrativo en la historia de la MLB —15 años y 765 millones de dólares—, atraviesa una sequía preocupante que amenaza con descarrilar las aspiraciones de postemporada del conjunto neoyorquino.
Rendimiento en picada
En los últimos 15 partidos, Soto apenas ha conseguido 8 hits en 56 turnos, registrando números que contrastan brutalmente con su paso anterior por los Yankees. Su producción se ha reducido a solo tres extrabases, algo insólito para un bateador que debía ser el eje ofensivo de los Mets en esta etapa decisiva.
El impacto es evidente: la ofensiva del equipo se apaga cuando Soto no produce. En cuatro de los últimos cinco encuentros, los Mets han sido limitados a tres carreras o menos, reflejo de un ataque que no carbura y que depende, en gran parte, del despertar del dominicano.
Crece la presión
El manager Carlos Mendoza enfrenta ahora una difícil situación. La ofensiva luce descoordinada, y sin Soto al nivel que se espera de un jugador franquicia, el camino a octubre se vuelve cuesta arriba. La reciente derrota 12-4 ante los Giants puso en evidencia una vez más la desconexión del equipo, mientras la afición comienza a impacientarse con su estrella.
El propio Mendoza ha dejado entrever su preocupación:
«Sabemos lo que Juan puede aportar, pero necesitamos que lo recupere ya. Cada juego es vital», dijo tras el encuentro en San Francisco.
Más allá de Soto
Aunque Soto es el foco, no es el único que ha flaqueado. Figuras como Francisco Lindor y Pete Alonso también han tenido altibajos ofensivos, aunque han mostrado señales de recuperación. La rotación de lanzadores, por su parte, ha sido irregular, otro factor que ha mermado la consistencia del equipo.
El tiempo se agota
Los Mets invirtieron una fortuna en Soto no solo por su talento, sino por su capacidad de responder en momentos grandes. El talento está ahí. El carácter, también. Pero el tiempo apremia, y el margen de error se ha evaporado.
Nueva York lo necesita ahora más que nunca.
Y el dominicano debe responder.
Octubre está a la vuelta de la esquina.